jueves, 28 de mayo de 2009

LLEGADAS Y DESPEDIDAS

Pocas cosas pasan tan rápido como lo hace el tiempo. Ese inexpugnable juez que además es parte. Nada escapa de su juicio, aunque el tiempo sea finito (según dicen los grandes físicos, que poco le piden a los filósofos en cuanto a desmenuzar datos inalcanzables), muchas cosas se repiten de manera casi enfermiza. De una manera tan abstracta que nos hace pensar que el mundo y el tiempo son cíclicos.

Algunas cosas inician, otras terminan, todas ellas de una manera tan aparentemente ligada que pareciera un baile perfectamente ensayado. La vida y la muerte rara vez están separadas. Algunos nacen otros mueren, alguien llega y otros se van. Nada permanece, y con el tiempo llega la muerte antes de que la vida aparezca. Cómo citara la biblia, “No hay nada nuevo bajo el sol.” Una y otra vez aparecen en el mundo situaciones que ya se han explorado. Pero no por ello se vuelven menos dolorosa las partidas y menos alegres las bienvenidas.

En este mes celebramos el natalicio de Juan Rulfo, aquel insigne personaje que hizo voltear al mundo hacia la literatura latinoamericana en una época donde esta parecía estar desaprovechada. “Pedro Páramo” fue en su tiempo una de las novelas más importantes del mundo y aún hoy se considera una de las glorias de las letras nacionales. Además está el “Llano en llamas”, un retrato redondo y rico narrativamente del México que era allegado a Rulfo.


Sin embargo, acompañando el natalicio de este gran escritor, tenemos que referirnos a las inclementes pérdidas. La primera de uno de los autores más reconocidos del quehacer literario mexicano. Uno de los más queridos poetas que haya dado este país. El 24 de mayo del año 1919 muere Amado Nervo a la corta edad de 48 años. A pesar de que su vida quedó extinguida de manera prematura su desarrollo como literato dejó una huella indeleble en la vida cultural de México y de América latina. El cadáver de este poeta fue trasladado a México pues murió en Montevideo cumpliendo con sus labores diplomáticas.

Dato curioso, la más reciente pérdida del mundo de la literatura también se dio en esta ciudad. La capital uruguaya fue el escenario del último capítulo en la vida de una pluma indispensable en el entendimiento de la literatura latinoamericana de finales del siglo pasado. Mario Benedetti, a la edad de 88 años dejo este plano de la existencia para ocupar su lugar en las páginas doradas de los inmortales de la escritura. A su muerte Benedetti deja novelas, cuentos y poesías que lo encumbran junto a los otros dos autores que de los que ya hemos hablado.

Cómo ya lo comentó el escritor normando Alphonse Allais, “Hablamos de matar el tiempo como si no fuera el tiempo el que nos mata a nosotros”. Así entendemos que nunca habrá lapsos suficientes para lamentar las pérdidas y celebrar los arribos. Jamás sabremos hasta donde pudo llegar una vida antes de ser sesgada de tajo. Rulfo, Nervo y Benedetti son ejemplo de ello. Escritores que dejaron todo y nos dieron todo: Su arte, sentimiento y su especial punto de vista de la vida. No se fueron ni antes ni después, partieron en el momento justo de llorar sus despedidas y celebrar sus llegadas.

"¡Nos gustan los libros! Y haremos que a ustedes también"